Leyenda de la viuda de potrerillos


Justo cuando es media noche la viuda con su lamento hace temblar al viajero cual fuera hoja al viento.

Así dice un letrero emplazado entre el camino El Salvador – Potrerillos. Quien ha vivido en El Salvador o Potrerillos ha escuchado una leyenda que, sea realidad o no, a contribuido al mundo folclórico de la zona, “La Viuda”. Se ha representado en colegios y actividades culturales, y aunque desde hace tiempo que no se sabe de alguna nueva aparición, nadie es capaz de negar su existencia.

Un espectro vestido completamente de negro se sube a los automóviles donde hay una piedra con la leyenda antes mencionada. Es justo a la media noche y sólo cuando va un hombre sin compañía. El chofer siente la ráfaga de viento que entra en el vehículo, al mirar por el espejo retrovisor ve la espeluznante escena, el miedo le cala los huesos y antes de tener alguna reacción, al llegar al puente el espectro se baja.

No hay una versión única respecto de la Viuda, razón por la cual es menester mencionar las que incluyó Héctor Maldonado Campillay en su libro “Albores del mineral El Salvador”.

Hace mucho años, en la década del 20’, un matrimonio joven coquimbano llegó a Potrerillos. Él era cateador, ella de nombre Matilde, lo amaba profundamente. La fortuna puso en el camino de Pedro una rica veta de oro claveteado. Se lo comenta a su amada y luego viaja a un pueblo distante a inscribir su hallazgo. Al llegar al pueblo entró a un bar a saciar su sed, al pasársele las copas le comenta a dos parroquianos que vive en la Quebrada de San Juan y tiene una mina. Los hombres le exigen que les cuente donde está su mina, él al negarse, fue golpeado hasta morir. Días después, se dirigen donde Matilde a exigirle que les cuente donde está la mina. Esta también se negó y corrió igual suerte que su amado esposo.

Otra versión se relaciona con que el descubrimiento del cateador no fue una veta de oro, sino un tesoro incaico. El cateador era de nombre José y no Pedro, quien una noche se embriagó en un pueblo costero y relató la existencia del tesoro y la ambición de los hombres lo mató. Igual suerte corrió su amada esposa, a quien no le dieron sagrada sepultura.

Una tercera versión cuenta que en un humilde rancho vivía con su familia una joven llamada Candelaria. En ese tiempo llegaron los primeros camiones y uno de los chóferes se interesó por la joven. Entre ellos surgió un gran romance, pero un día se interrumpió cuando él debió viajar por trabajo. La joven, espero en vano el ansiado regreso, por eso cada vez que veía un vehículo lo hacía detener para que le diera noticias de su amado. Un día, un conductor le dijo que su amor se había casado. Así ella llegó a la altura de un risco y se lanzó al vacío.