Poeta, ingeniero y soldado que a los 26 años de edad murió en acto heroico en la Batalla de Alto Alianza, Tacna, Perú, en plena Guerra del Pacífico.
Nació en Copiapó el 6 de marzo de 1854, en el seno de un hogar minero. Su padre, Rafael Torreblanca se dedicaba principalmente al proceso de minerales y mantenía una planta industrial en Nantoco cerca de Tierra Amarilla. Su madre era María Dolarea y fue el menor de once hermanos.
En los pocos años de juventud trabajó arduamente en su profesión de ingeniero, laborando en Nantoco, Tierra Amarilla, en el sur del Perú y en Salta, Argentina.
Desde su infancia había sentido una fuerte inclinación por la poesía y escribía románticos versos, muchos de los cuales dedicó al gran amor de su vida, la joven copiapina Clementina Cobo. La historia de este amor está contada en forma novelada en el libro "Adiós al Séptimo de Línea", de Jorge Inostroza, escritor que admiró la figura legendaria del héroe y de su novia Clmenetina.
Con condiciones de líder, valiente, tal vez muy osado, en mayo de 1879, cuando Chile se encontraba en guerra con la alianza Perú y Bolivia, se incorporó al Batallón Atacama, que se formó en Copiapó. Líder natural y valiente, en su primera acción de guerra, como fue el desembarco de Pisagua, logró destacarse como héroe, donde bajo una fuerte descarga de balas, subió hacia la cumbre del cerro Alto Hospicio, clavó la bandera de Chile. Era el 2 de noviembre de 1879 y ostentaba el grado de subteniente. En sucesivas acciones de guerra, donde mostraba su valentía, fue ganando grados y el 26 de mayo de 1880, en lo que fue posiblemente la más dura de las batallas de esa triste guerra, inmoló su vida en el Alto de Alianza. En un viejo libro se lee:
"Durante muchos años no hubo corazón de mujer chilena que no palpitara de emoción al leer los sentidos versos del soldado-poeta".
El día que encontró la muerte, se hizo profético el poema "El Adiós", que le entregó en Caldera, a su amada Clementina, cuando partían al teatro de operaciones en la zona de Tarapacá.
No publicó libros y sus poemas se conocen por el material que quedó en su familia, como también por sus hermosos poemas.
EL ADIOS
Lucero misterioso del amor
que brillas entre nubes escondidos,
al fulgor de tus rayos he sentido
tembloroso mi pecho palpitar.
¡Voy a partir! El dedo del destino
me señala, quizás en lontananza.
un remoto sendero de esperanza
que conduzca a las gradas de tu altar.
Voy a buscar en medio de la guerra
entre el humo sangriento del combate
una bala piadosa que me mate
o algún rayo de luz para mi sien;
un rayo que alumbrando mi existencia
me permita llegar hasta tu lado
de triunfales laureles coronados
para ponerlos todos a tus pies
Cuando suene el clarín de la batalla
bastará, Clementina, tu memoria,
para lanzarme en pos de la victoria
con altivo y osado corazón;
y si el plomo enemigo me derriba,
tu nombre solo, fúlgido lucero
brotará de los labios del guerrero
como el postrero y eternal adiós
Mil veces por dichoso me daría
si el tomar el fusil en la matanza
una sola palabra de esperanza
pudiera de tus labios arrancar;
y si caigo y derramas una lágrima
por la memoria pálida del muerto,
las arenas candecentes del desierto
con moverse mis restos sentirán
Cuando bese las brisas tus mejillas
y jugando en tu rubia cabellera,
a tu oído murmuraré placentera
vagas frases y voces y de amor;
entonces ¡ay¡ recuerda que te adora
más que a su vida un mísero
que deja al separarse de tu lado
en estas líneas su postrer adiós.
Atacama te llevo en mi sangre y estas en mis plegarias, a ti te debo la vida y por tí estoy dispuesto a darla, no descansaré hasta verte como mereces, hasta verte como un día te soñó el prócer regional Don Pedro León Gallo.
QUE VIVA ATACAMA, LOS ATACAMEÑOS, LA REGIONALIZACIÓN, LA AUTONOMÍA, LOS REPRESENTANTES ELEGIDOS POR TÍ Y DON PEDRO LEÓN GALLO ÚNICO INTENDENTE NUESTRO !!!!
Nació en Copiapó el 6 de marzo de 1854, en el seno de un hogar minero. Su padre, Rafael Torreblanca se dedicaba principalmente al proceso de minerales y mantenía una planta industrial en Nantoco cerca de Tierra Amarilla. Su madre era María Dolarea y fue el menor de once hermanos.
En los pocos años de juventud trabajó arduamente en su profesión de ingeniero, laborando en Nantoco, Tierra Amarilla, en el sur del Perú y en Salta, Argentina.
Desde su infancia había sentido una fuerte inclinación por la poesía y escribía románticos versos, muchos de los cuales dedicó al gran amor de su vida, la joven copiapina Clementina Cobo. La historia de este amor está contada en forma novelada en el libro "Adiós al Séptimo de Línea", de Jorge Inostroza, escritor que admiró la figura legendaria del héroe y de su novia Clmenetina.
Con condiciones de líder, valiente, tal vez muy osado, en mayo de 1879, cuando Chile se encontraba en guerra con la alianza Perú y Bolivia, se incorporó al Batallón Atacama, que se formó en Copiapó. Líder natural y valiente, en su primera acción de guerra, como fue el desembarco de Pisagua, logró destacarse como héroe, donde bajo una fuerte descarga de balas, subió hacia la cumbre del cerro Alto Hospicio, clavó la bandera de Chile. Era el 2 de noviembre de 1879 y ostentaba el grado de subteniente. En sucesivas acciones de guerra, donde mostraba su valentía, fue ganando grados y el 26 de mayo de 1880, en lo que fue posiblemente la más dura de las batallas de esa triste guerra, inmoló su vida en el Alto de Alianza. En un viejo libro se lee:
"Durante muchos años no hubo corazón de mujer chilena que no palpitara de emoción al leer los sentidos versos del soldado-poeta".
El día que encontró la muerte, se hizo profético el poema "El Adiós", que le entregó en Caldera, a su amada Clementina, cuando partían al teatro de operaciones en la zona de Tarapacá.
No publicó libros y sus poemas se conocen por el material que quedó en su familia, como también por sus hermosos poemas.
EL ADIOS
Lucero misterioso del amor
que brillas entre nubes escondidos,
al fulgor de tus rayos he sentido
tembloroso mi pecho palpitar.
¡Voy a partir! El dedo del destino
me señala, quizás en lontananza.
un remoto sendero de esperanza
que conduzca a las gradas de tu altar.
Voy a buscar en medio de la guerra
entre el humo sangriento del combate
una bala piadosa que me mate
o algún rayo de luz para mi sien;
un rayo que alumbrando mi existencia
me permita llegar hasta tu lado
de triunfales laureles coronados
para ponerlos todos a tus pies
Cuando suene el clarín de la batalla
bastará, Clementina, tu memoria,
para lanzarme en pos de la victoria
con altivo y osado corazón;
y si el plomo enemigo me derriba,
tu nombre solo, fúlgido lucero
brotará de los labios del guerrero
como el postrero y eternal adiós
Mil veces por dichoso me daría
si el tomar el fusil en la matanza
una sola palabra de esperanza
pudiera de tus labios arrancar;
y si caigo y derramas una lágrima
por la memoria pálida del muerto,
las arenas candecentes del desierto
con moverse mis restos sentirán
Cuando bese las brisas tus mejillas
y jugando en tu rubia cabellera,
a tu oído murmuraré placentera
vagas frases y voces y de amor;
entonces ¡ay¡ recuerda que te adora
más que a su vida un mísero
que deja al separarse de tu lado
en estas líneas su postrer adiós.
Atacama te llevo en mi sangre y estas en mis plegarias, a ti te debo la vida y por tí estoy dispuesto a darla, no descansaré hasta verte como mereces, hasta verte como un día te soñó el prócer regional Don Pedro León Gallo.
QUE VIVA ATACAMA, LOS ATACAMEÑOS, LA REGIONALIZACIÓN, LA AUTONOMÍA, LOS REPRESENTANTES ELEGIDOS POR TÍ Y DON PEDRO LEÓN GALLO ÚNICO INTENDENTE NUESTRO !!!!
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