El Alicanto


Esta es la historia de este pájaro mitológico de la Región de Atacama, que conocieron los mineros de la Colonia, cuando los primeros cateadores salían a recorrer nuestra árida geografía en busca de riquezas. La leyenda es muy antigua, del siglo XV, antes de la llegada de los españoles, época en que nuestros antepasados indígenas, trabajaron las primeras vetas que fueron parte importante en los ricos adornos de oro y plata del Imperio Inca, en el Cuzco. Cualquiera sea su origen esta leyenda se arraigó en Atacama y aquel minero que recorre el desierto buscando los reventones de riqueza, su derrotero, piensa secretamente en encontrar esa ave misteriosa de la cual muchos cateadores dieron fe de haberla ubicado y que, por fortuna, les llevó a encontrar el anhelado tesoro.

¿Cómo es el Alicanto?: Mediano, como del tamaño de un pato cordillerano, pero de una belleza casi mágica... delicada cabeza, como la de un cisne; hermosos colores, elegante vuelo, ojos maravillosos, mirada tierna y amistosa. Los mineros lo distinguían en las soledades de Atacama, desde mar a cordillera, por el color del mineral que había saciado su apetito (amarillo oro; plomo: plata). Otros lo identificaban por su belleza cuando volaba en procura de su comida, puesto que era su característica principal el mimetizar sus alas antes de alimentarse. Los cateadores eran felices cuando lo ubicaban en pleno vuelo y su sueño siempre ha sido que se pose en un cerro, «a la vista del cateador», pues es seguro que allí existen buenas vetas de algún derrotero.

Se cuenta que los mineros antiguos procuraban, sigilosamente, llegar al lado de éste y espiar el lugar de la montaña dónde había encontrado la buena veta de un mineral valioso. Lo dejaban comer tranquilamente y tras su partida llegaban para compartir tan anhelados tesoros de la naturaleza. Algunos mineros contaban que le costaba retomar vuelo, por el pesado metal.