En la medida que pasa el tiempo La Piedra del Minero se hace cada vez más espectacular y prodigiosa. Allí se han depositado innumerables misterios que la convierten en una roca quimérica y fantástica.
Se inicia la década de los años sesenta del siglo XX, en el puerto de Chañaral. El progreso de la zona se instala en la ciudad con ribetes deslumbrantes. La llamada Carretera Panamericana, hoy Ruta 5, iniciaba su trazado caminero desde Caldera a Chañaral. La empresa minera Santa Fe, que explotaba minerales de hierro, se extendía por todo el Departamento habilitando minas, instalando campamentos y preparando faenas. En camiones metaleros y en ferrocarril se bajaba el mineral al muelle mecanizado donde eran cargadas las bodegas de los barcos.
En la ciudad de Chañaral empezaron a tomar forma las poblaciones Ampliación, Aeropuerto y 26 de Octubre. Se hizo entrega del edificio del Banco de Crédito y se empezó a construir una nueva edificación para la Gobernación Departamental del aquel entonces.
El antiguo edificio de madera fue desarmado tabla por tabla, pilar por pilar. Había que proporcionar el espacio a una moderna construcción. Fue entonces cuando le correspondió a un trabajador llamado José Díaz desmontar unos tabiques de madera muy apolillados. Al parecer eran tan antiguos como el edificio mismo.
Cumpliendo esta faena el obrero encontró en el interior de la pared un pliego de papel cuidadosamente doblado. Este documento había sido escrito con una elegante letra manuscrita muy clara y legible. La antigüedad de la carta no merecía dudas, pues quien la transcribió usó aquellas anticuadas plumillas metálicas y tintas que hoy ya no se usan.
Este documento entregaba las instrucciones para desenterrar en las cercanías de la Piedra del Minero un tesoro que consistía en una gran cantidad de monedas de oro que fueron escondidas bajo tierra al poniente de la Piedra del Minero.
Como es de suponer este tesoro como otros, tiene sus propias reglas para ser recuperado: Se debe esperar la madrugada del día 12 de Septiembre. En el amanecer de ese día es necesario esperar la salida del sol y marcar la silueta que deja la sombra de la roca al recibir los primeros rayos.
Ubicado este borde de sombra se debe contar desde la marca diez pasos, siempre hacia el oeste de la Piedra del Minero, allí se encontrará una gran cantidad de monedas de oro. La carta advierte que quien descubra las monedas necesariamente deberá desenterrar antes un esqueleto. Por lo tanto, se le señala al descubridor del tesoro la condición de dar una digna sepultura a este difunto que ha sido celador por tantos años de esta riqueza.
El hallazgo de esta carta sólo vino a confirmar la existencia de esta leyenda que se atribuye a un gaitero quien fue el dueño de tan ansiado tesoro.
No se tienen referencias de alguien que haya encontrado las monedas de oro en las cercanías de la Piedra del Minero. Por lo tanto, aún se espera al afortunado que recupere esta riqueza y pueda trasladar con mucho recogimiento el esqueleto al cementerio de la ciudad.
Fuente:
“Chañaral Legendario y Misterioso”
Obra postuma de Gastón Serazzi Ahumada
Se inicia la década de los años sesenta del siglo XX, en el puerto de Chañaral. El progreso de la zona se instala en la ciudad con ribetes deslumbrantes. La llamada Carretera Panamericana, hoy Ruta 5, iniciaba su trazado caminero desde Caldera a Chañaral. La empresa minera Santa Fe, que explotaba minerales de hierro, se extendía por todo el Departamento habilitando minas, instalando campamentos y preparando faenas. En camiones metaleros y en ferrocarril se bajaba el mineral al muelle mecanizado donde eran cargadas las bodegas de los barcos.
En la ciudad de Chañaral empezaron a tomar forma las poblaciones Ampliación, Aeropuerto y 26 de Octubre. Se hizo entrega del edificio del Banco de Crédito y se empezó a construir una nueva edificación para la Gobernación Departamental del aquel entonces.
El antiguo edificio de madera fue desarmado tabla por tabla, pilar por pilar. Había que proporcionar el espacio a una moderna construcción. Fue entonces cuando le correspondió a un trabajador llamado José Díaz desmontar unos tabiques de madera muy apolillados. Al parecer eran tan antiguos como el edificio mismo.
Cumpliendo esta faena el obrero encontró en el interior de la pared un pliego de papel cuidadosamente doblado. Este documento había sido escrito con una elegante letra manuscrita muy clara y legible. La antigüedad de la carta no merecía dudas, pues quien la transcribió usó aquellas anticuadas plumillas metálicas y tintas que hoy ya no se usan.
Este documento entregaba las instrucciones para desenterrar en las cercanías de la Piedra del Minero un tesoro que consistía en una gran cantidad de monedas de oro que fueron escondidas bajo tierra al poniente de la Piedra del Minero.
Como es de suponer este tesoro como otros, tiene sus propias reglas para ser recuperado: Se debe esperar la madrugada del día 12 de Septiembre. En el amanecer de ese día es necesario esperar la salida del sol y marcar la silueta que deja la sombra de la roca al recibir los primeros rayos.
Ubicado este borde de sombra se debe contar desde la marca diez pasos, siempre hacia el oeste de la Piedra del Minero, allí se encontrará una gran cantidad de monedas de oro. La carta advierte que quien descubra las monedas necesariamente deberá desenterrar antes un esqueleto. Por lo tanto, se le señala al descubridor del tesoro la condición de dar una digna sepultura a este difunto que ha sido celador por tantos años de esta riqueza.
El hallazgo de esta carta sólo vino a confirmar la existencia de esta leyenda que se atribuye a un gaitero quien fue el dueño de tan ansiado tesoro.
No se tienen referencias de alguien que haya encontrado las monedas de oro en las cercanías de la Piedra del Minero. Por lo tanto, aún se espera al afortunado que recupere esta riqueza y pueda trasladar con mucho recogimiento el esqueleto al cementerio de la ciudad.
Fuente:
“Chañaral Legendario y Misterioso”
Obra postuma de Gastón Serazzi Ahumada