El orgullo atacameño

Releyendo hace unos días el libro "Copiapó: una aventura minera 1851-1858" del alemán Paul Treutler, reeditado por mi abuelo Juan Marcó Figueroa el año 1988 como un homenaje a la ciudad descrita por el autor y que contribuyo a forjar nuestras vidas, extraje la anécdota que ilustra muy bien la esencia del minero atacameño:

Juan Marcó, minero e hijo de minero, dueño de las minas Galleguillos y Sebastopol, contaba de sus innumerables viajes por el sector, pasando por Tres Puntas y Buena Esperanza, donde apenas si quedan en pie uno que otro peinecillo que indicaba la ubicación de un pique, algún muro o cementerio con esqueletos a la vista, lo que contribuye a aumentar la tristeza del lugar, descrita por Treutler en su libro como ciudades de 10.000 habitantes.

Es en estos sitios, en quebradas de cerro, es donde uno admira más a esos viejos que se obstinan a permanecer fieles al lugar que crearon y los hizo felices.

Contaba mi abuelo que el último de esta especie, de tan noble estirpe, minero de pala y picota, (no ”Minero Transnacional”), que quedaba en las serranías lo encontró un día cualquiera cargando dos pequeños barriles de agua en un burro, con dificultades hacia dicha tarea por lo cual mi abuelo bajo a ayudarlo.

"a Ud. parece que le ha ido bien", le dijo, mirando el automóvil detenido; y oteando a un punto lejano donde estaba su mina agregó: "pueda ser que yo también tenga suerte".
Y así es el minero, sin envidia ni amargura, siempre con la fe puesta en el hallazgo.

Con el desarrollo de los parronales se crean nuevas fuentes laborales, pero el Minero no lo acepta por ser de lentos resultados, y si se añade que al minero el color verde la da “urticaria”, se termina contratando gente de fuera para que los trabaje.

Según Felipe Matta Ruiz, gran observador y crítico, sostenía que Copiapó no pasaría de ser un campamento minero lleno de automóviles.
Similar criterio tenia Salvador Reyes Figueroa cuando regreso a su tierra natal, en pleno auge de la minería del oro, al escribir numerosas crónicas para el diario “La Hora” de Santiago en 1935, donde manifestaba su desilusión sobre lo que veía. Cuanto mas se desilusionaría hoy, de estar vivo, al saber que la Plaza que llevaba su nombre a solicitud de los Hermanos de la Costa, en homenaje al único Premio Nacional de Literatura nacido en nuestra región, hoy se llame “Rene Schneider”, sin que nadie sepa quien era ese militar que paso de transito por la ciudad.
(si alguien sabe quien es, favor avise).

Rica es nuestra historia regional, muchos los destacados hijos e hijas de Atacama que no debemos entregar al olvido, como a nuestro único Premio Nacional de Literatura.

Felicito y comparto las expresiones que hace unos días publico en esta misma página un coterráneo que firmo como “Elías Copiapino, Abogado”, quien al final de sus líneas deja una frase que rescato “(…) se trata de construir identidad en beneficio de nuestra comunidad y con respeto a nuestra historia”.

Y esa es la idea, la de volver a sentir el Orgullo de ser Atacameño, como los mineros antiguos, sin envidias ni amarguras, con la fe puesta en el hallazgo. (el que para unos puede ser material y para otros espiritual).



Los “Batallones de Atacama” cuerpo mítico y heroico que dejo su huella indeleble en la Guerra del Pacifico, triunfador y jamás vencido, contribuyeron a enaltecer el espíritu del minero y de la raza Atacameña, a forjar el orgullo de atacama.[1 batallonesdeatacama.com]

Notable es la historia de los “Hermanos del Atacama”, también conocidos como “Los Juramentados de Atacama”, 5 amigos de Copiapó que pasaron a la inmortalidad y que juntos se enrolaron para entregar a Chile sus vidas, con la promesa de compartir la misma suerte en la guerra:

"Partimos juntos, juntos luchemos, seremos todos igual que hermanos; y si uno muere, que mueran todos. ¡Digan juramos!" "Jurado, hermanos".


Sus nombres: Capitán Rafael Torreblanca Dolarea (el Soldado Poeta); Rafael Zorraindo; Ramón Vallejos; Vicente Blanco y Andrés Wilson

Los primeros en caer fueron el Capitán Ramón Vallejos y los subtenientes Vicente Blanco y Andrés Wilson, hecho que hizo renacer las palabras de Torreblanca, el Soldado Poeta que regaló estas lineas como último epitafio puesto en la tumba de sus amigos:

“En una tosca cruz que colocamos sobre su tumba escribí con lápiz lo siguiente:

Cayeron entre el humo del combate
Victimas del deber y del honor;
¡Denodados y heroicos compañeros!
¡Valientes del Atacama!
¡Adiós, Adiós!”.


Codo a codo con estos hombres, las mujeres atacameñas también participan de la historia, como ejemplos destacables del temple de la mujer nortina, haciendo la campaña de la Guerra del Pacífico como cantineras y luego como soldados.

Nombro a Filomena Valenzuela Goyenechea nacida en Copiapó y principalmente el ejemplo de la soldado-Cantinera de lo batallones de atacama.

Carmen Vilches, a quien debemos recordar como protagonista en una de las hazañas más grandes en la guerra del pacifico: La toma del cerro Los Ángeles.

Fue ahí donde la soldado-cantinera de atacama tuvo una heroica participación, en la toma del inexpugnable “Fuerte Los Ángeles” las tropas peruanas-bolivianas nunca imaginaron que un puñado de soldados mineros seria capaz de subir el inmenso cerro y derrotarlos.

Entre esos bravos marchaba Carmen Vilches, que en una lanza clavo sus bombachas coloradas y trepo, ella delante de los hombres disminuidos por la batalla …en la oscuridad en silencio …al mando de Rafael Torreblanca…. Una de las batallas más grandes de la guerra se ganó, y no fue una bandera lo que se clavo en la cima de tan inexpugnable fuerte, sino que el pantalón rojo de la cantinera de atacama, que impulso a la victoria a sus compañeros Atacameños…

Breves historias de tantas otras que engrandecen nuestra Región. Mujeres y hombres que con su ejemplo han forjado una identidad atacameña que hoy parece dormir.

Este es un momento decisivo para torcer el curso de la historia y abrir una etapa diferente, cargar nuestras biografías comunes de historias y lugares, para llegar donde queramos. Es necesario que todos cambiemos nuestras conductas e incluso nuestra mentalidad; No podemos esperar que las soluciones vengan desde la autoridad, ya que todos somos responsables del éxito de esta Región.

Somos regionalistas, sin desconocer el carácter de estado unitario de la nación. Proponemos una forma de gobierno con autonomía administrativa de las regiones, las cuales deben tener una administración funcional y territorialmente descentralizada.

Nuestra tarea como jóvenes atacameños es iniciar una regionalización de verdad.

No es posible, y no aceptaremos que sigan decidiendo el destino de nuestra Región desde Santiago, ni menos que “la hija de un ex presidente”, que no tiene el más mínimo arraigo con la región pretenda usarnos a todos nosotros para ganar un cupo senatorial por Atacama, sin tener ningún interés en los destinos de esta tierra, más que estar ¡8 años! usufructuando de esta Atacama nuestra flor eterna del desierto.

¿acaso no existe en toda la Región alguna mujer con la capacidad, conocimiento y fuerza necesaria?


Estoy seguro que sí; y que no necesitamos representantes “extranjeros” cuidadores del interés centralista y arcaico, de una época pasada.

Comprometido con el desarrollo equilibrado del país.

Juan Miguel Quintana Marcó

Abogado-copiapino-Atacameño