EL DESPERTAR POLÍTICO Y EL COMIENZO DE LA EMPRESA LIBERTADORA

"Empezó por dominarse a sí mismo, para poder dominar a los demás"

Adverso al régimen presidencial personalista está generosamente en alianza con los defensores de las libertades individuales y brega con bravura para que cesen de conculcarse las garantías fundamentales de la Constitución.

Esta profesión de fe y fidelidad le fue forjando un carácter robusto, una voluntad reconcentrada, una fecunda vida interior que trascendía en sus actos y palabras.

Su visión de las cosas y de las situaciones, realizada serenamente, le dictaba resoluciones definitivas y certeras. He ahí la razón de esta influencia inmediata que ejercía sobre aquellos que lo rodeaban.

No obstante su figura rebelde, cuestión que pudiera equivocarnos en cuanto a su naturaleza íntima haciéndonos suponerle rudo, o acaso con la austeridad de rodó de quien se dice que nadie jamás le vio sonreír. Por el contrario, Pedro Gallo era de un natural impresionable a la belleza, amigo de la tierra y por ende, amigo de los árboles y de las flores.

Placíale el reposo campestre después de los afanes de la ciudad, y en medio de su parque olvidaba completamente las odiosidades y sobresaltos de la política. En su bello solar circundado de arboleda selecta con hermosos ejemplares de flora tropical, traídos expresamente del extranjero había hecho un parque, -Hoy parque de la hacienda Chamonate- contratando especialmente para ello al técnico francés de parques y jardines M. Basart, el mismo que trazó, los jardines y plantó los pimientos de la plaza de Copiapó.

De este temperamento suyo, azas delicado y generoso, nos habla uno de sus mejores amigos Domingo Arteaga Alemparte: "Había en su alma – escribe – rica de vibraciones y sonidos, arrullos de paloma mezclados con rugidos de león".

Y aquí tenemos en evidencia la significación simbólica de sus nombres, que ejercen un raro influjo en su destino. Y es que todo lo que hizo Pedro León Gallo Goyenechea es digno de un héroe de romance. De allí que sus actuaciones grandiosas en el escenario de la vida política chilena del segundo tercio del siglo pasado, aureolen su figura con prestigios de personajes de leyenda.

Para completar su buena estrella, la esquiva fortuna, la veleidosa maga que favoreció con sus caricias a los rudos mineros de Chañarcillo le sonrió a él también.

Los actos despóticos e inconstitucionales de la exclusiva administración Montt-Varista, que ya había enviado al exilio a los Matta, a Vicuña Mackena, a Lastarria, y a cuanta lumbrera del liberalismo chileno que quiso contrarrestar el desmedido absolutismo del ejecutivo, fueron preparando alrededor de Pedro León Gallo un terreno de sordas y apretadas convulsiones, un ambiente unánime de repulsa para el poder central incontrastable y cuyo agente era el mismo caudillo de las libertades.

El mismo había sido el despertador de las conciencias, el mismo, el preparador de las voluntades, el animador del entusiasmo y el mismo iba a ser el realizador del movimiento popular, gestado como un movimiento de corazón poderoso que movía corazones.

Se convirtió en empresario, e instructor general de sus huestes; financió con sus recursos los gastos de la campaña e hizo acuñar macizos pesos de plata patacona que ostentaban un escudo con una estrella.

Su propia madre confeccionó la bandera de la sagrada rebelión –Azul con una estrella dorada al centro-, y abrió luego sus tareas para incrementar la caja de tan temeraria empresa libertadora.


Extracto; Atacama de Plata.


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Prohibido el centralismo



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