PATENTES POR NO USO DE DERECHOS DE AGUA. MEDIDA DE DESPOJO DE LOS MÁS PEQUEÑOS

Como solo algunos lo previeron y anunciaron, pero no les hicieron caso, la ya famosa patente por no uso de derechos de agua, que perseguía en lo ideal fomentar su uso, y que no fueran acaparados muchos de esos derechos en unas pocas manos, ha tenido un pernicioso resultado que es precisamente todo lo contrario de lo que se tuvo en vista por los teóricos que promovieron esa reforma legal.
Hoy resulta que grandes concentraciones de poder económico tienen acaparados casi todos los derechos de agua, y los esforzados pequeños y medianos agricultores están siendo despojados de sus derechos, en beneficio de los poderosos, pues estos últimos sí pueden rematar los derechos de los que tienen menos dinero, o simplemente comprar y acaparar derechos de agua hasta la saciedad, sin dificultad ni miedo alguno, porque tienen de sobra para pagar esa patente. Muchas veces los compradores lo hacen a precio vil frente a un agricultor pequeño o a una viuda heredera de esos derechos que están compelidos a vender para evitar que los servicios públicos encargados los obliguen a perder sus derechos al notificarles sobre posibles remates. En múltiples casos esas personas no pueden usar sus derechos porque sus norias y pozos se han secado en mérito de las autorizaciones que se otorgan a quien es más pudiente y está en condiciones de comprar un retazo de terreno en un sector donde aún queda algo de agua, y de hacer allí un pozo mucho más hondo y llevarse toda el agua que es posible explotar.
Además el valor de esa patente es realmente expropiatoria pero solo para los pequeños, los grandes se ríen de esta medida, respecto de la que algunos casi se devanaron los sesos para instituirla, y que no guarda proporción alguna con la patente que se paga en la minería y en otras actividades económicas.
Podrán ver en el recorte adjunto de la Revista del Campo de El Mercurio, de 21 de julio de 2008, Pág. 6, que pocas empresas cubren el 80% de lo que se paga por patentes, cerca de 11 mil millones, y por supuesto pagan sin chistar porque no les hace daño, a diferencia de lo que ocurre con los pequeños y medianos agricultores. Por cierto, esas grandes empresas no tienen la culpa de esta situación aberrante, sino los que promovieron y dispusieron la mencionada reforma del Código de Aguas, la que por ahora se esta aplicando con rigurosidad alarmante sin que nadie remedie la situación.
Los servicios encargados se manifiestan felices de aportar tanto dinero al fisco, pero no alcanzan a ver el tremendo daño que están causando a muchas familias y también en definitiva al país, amén de que no se están consiguiendo los efectos que se esperaban.

Atentamente, María Pardo B.
08.09.2008




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